Prejuicios astutos de una academia que piensa que no los tiene

Resumen

Quizás debido a la pandemia de 2020, la gente está más contrita y sensible. Hemos visto algunas reiteraciones de la pedagogía del amor, en general citando a Maturana, que ha sido el principal mecenas de la idea. No se necesita nada más, también es cierto. Sin embargo, existe el sabor amargo de la hipocresía institucional, cuando vemos que nuestro sistema educativo es todo menos pedagogía del amor. Puede parecer un alboroto lúgubre. Veo unos educadores encantados con la idea, por los que tengo el mayor respeto, porque conozco su integridad y competencia académica, pero sigo pensando hasta qué punto es factible disfrutar de esta idea de la pedagogía del amor, no solo porque es ajena al contexto eurocéntrico cartesiano, sino porque la cortina de humo suena para encubrir una política educativa increíblemente perversa. El aprendizaje es casi inexistente, especialmente en la escuela secundaria (EM), no tomamos casi nada en la vida escolar y la serie histórica de Ideb desde 1995 ha abierto un sistema inepto, si no inútil, sin perspectivas de cambio. La miseria educativa atraviesa los gobiernos, independientemente de la ideología, porque el instruccionismo es la postura estándar, ahora globalizada, también aceptada oficialmente en PISA: el sistema es típicamente "enseñar", instrucción, basada en la clase copiada para ser copiada, contenido, tal que valora la escuela privada.